El de Uruapan, “el mejor café del mundo”
Por lo que se refiere al cultivo del cafeto en el Distrito de Uruapan, se sabe que los primeros árboles, que procedían del valle de Urecho, se plantaron al finalizar la tercera década del siglo XIX. Pero el primer cafetal en forma, se debió al señor Manuel Farías, quien por el año de 1840, plantó alrededor de 400 árboles en sus huertas, de los que sólo se lograron unos 80. De la huerta del señor Farías, al poco tiempo se recogió semilla para formar nuevos cafetales en los alrededores de la cabecera municipal y en los pueblos vecinos de Jucutacato y Jicalán. Para 1863, en los cafetales de Uruapan se cosechaban unas 100 arrobas de buen café, que servían para el consumo regional. En ese mismo año, al trasladarse los poderes del estado de Morelia a Uruapan, en esta ciudad que había sido declarada capital de la entidad por el gobierno republicano, la demanda de café aumentó, lo que alentó a los agricultores a formar nuevos sembradíos. El precio se incrementó, llegando a venderse a 11 pesos y 25 centavos la arroba. Poco a poco se hicieron nuevos plantíos, llegando a calcularse en 200,000 árboles, distribuidos en varias huertas en la periferia del área urbana. Francisco Farías era dueño de 20,000 árboles, sembrados en varias huertas entre Uruapan y Jicalán. A mediados de la década de los setenta, Espiridión Coria se encontraba en preparativos para sembrar unos 50,000 árboles, en un terreno ubicado a las orillas de la ciudad. Por su parte, Toribio Ruiz beneficiaba un mediano cafetal con 800 árboles, de los que obtenía una cosecha anual de 120 arrobas.
De Uruapan, el cultivo del cafeto pasó a los municipios de Taretan, Ziracuaretiro, Los Reyes, Peribán, Tancítaro y Tingüindín, cuya producción se concentraba en la cabecera distrital, para su distribución en los mercados regional y nacional. En el municipio de Los Reyes, el establecimiento del primer cafetal se debió a José Oseguera, quien en 1838 sembró las primeras matas. Años más tarde, Jesús Valladares y Onofre González, empezaron a sembrar cafetos en sus propiedades. Por otro lado, el licenciado Ramón Cano también se distinguía como agricultor cafetalero, y en 1877 ya tenía aclimatados unos 12,000 cafetos en su rancho de La Joya. Para ese año, el diplomático mexicano Matías Romero calculaba que en las huertas y solares de Uruapan había ya unos 100,000 árboles en producción y probablemente unos 400,000 en los alrededores.
Lic. Eduardo Ruiz, notable escritor y político michoacano, en varios de sus escritos difundió la fama del café de Uruapan.
José Martí, célebre poeta y periodista cubano, quien en sus escritos difundió la fama del café de Uruapan.
Café de Uruapan: una taza diez y seis pesos
Me adelanté al dar un apretón de manos al artista. Tropecé con una mesa, y entonces Manuel se dirigió al balcón y entreabrió la vidriera. La luz comenzó a penetrar en el aposento, luchando con el humo que vencido se precipitaba a la calle. Lo primero que pudieron distinguir mis ojos fue una taza de café. Maquinalmente extendí el brazo para saborear la predilecta bebida.
Aguarda. Ese café es de Uruapan, v la taza vale diez y seis pesos. ¡Una onza de oro!
La luz acababa de inundar la estancia, y lo que había visto, engañando mis sentimientos, era un pequeño cuadro con una de aquellas inesperadas ideas que apenas concebidas por el genio eran inmediatamente trasladadas al lienzo.
En rica taza de porcelana humeaba el aromático café. ¡Café de Uruapan! se le conocía en el acto; creía uno percibir el perfume, se adivinaban el sabor y la calidad del Néctar. Un puro de la costa, depositado en el plato, dejaba escapar una tenue espiral de humo. En la superficie del líquido, multitud de burbujas indicaban que el azúcar se estaba deshaciendo. ¡Daban ganas de coger con impaciencia la cuchara y gustar de la celestial bebida!
Eduardo Ruiz
La producción cafetalera del siglo XX
La información sobre el cultivo y la producción de café en Michoacán en el siglo XX, es escasa y fragmentaria. Sólo se dispone de cifras para 1930 y 1940. Para entonces, la geografía cafetalera había variado significativamente en relación a los espacios que había ocupado antes. Algunos municipios en los que se registraba producción para fines del siglo XIX ya no aparecen. En cambio, en las estadísticas se incluyen otros municipios como Tocumbo, Cotija, Aguililla, Tingambato, Aquila y Chinicuila, aunque con una producción casi insignificante y de consumo local.
Lo anterior muestra el impacto mundial que ha tenido y tiene en este siglo la producción y consumo de las personas que hacen del café un deleite gustativo y distintivo.
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