La mañana se viste de colores cálidos para arropar al Pueblo de Ario de Rayón. Por las calles se ven personas que se dirigen a cultivar los campos, a emigran a la ciudad vecina para trabajar y a conseguir el sustento diario.
En las esquinas se ve el primer sorbo de energía para los trabajadores: jugos o un café caliente acompañado con un pan. se llenan de los primeros vendedores del día: la señora que vende nopalitos frescos y agiacates, el señor que vende churros de azúcar, los tacos suaves, las mesitas de fruta...
Horas después las calles se pintan de colores rojos y azules de los niños que van a las escuelas de la compañía de sus mamás; quienes después llenaran sus bolsas con los alimentos necesarios para el día.
La mañana sigue pintándose de colores vivos, las personas viven con ellos, por ellos y para ellos.
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